El VIH cambió mi vida de la forma que menos esperas

Antes de empezar voy a presentarme, me llamo Lucía tengo 16 años, soy una estudiante de instituto normal y corriente igual que tú, con una pequeña diferencia. Tengo VIH.

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Todo empezó en septiembre, un curso más para mí. Empezábamos 4º de la E.S.O, había conseguido pasar a este curso sin ninguna asignatura pendiente, así que estaba mucho más tranquila este año.

El inicio fue un poco raro porque me cambiaron a una clase nueva, 4º B. Yo siempre había sido del grupo A y aquí apenas conocía a nadie. Hasta que lo vi a él. Se llamaba Álvaro, yo ya lo conocía porque lo seguía en redes sociales. Era el típico chico que todos nos imaginamos, en mi caso, eran los ojos y la sonrisa más bonitos que había visto nunca, aunque por supuesto, él ya lo sabía.

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A finales de octubre, nuestra profesora de Lengua Española, Esperanza, nos puso en parejas para un trabajo de clase. Yo quería ir con la que ahora es una de mis mejores amigas, Sofía, pero el destino quiso que fuera con Álvaro. Yo ni me había planteado la posibilidad de conocernos algo más (siempre me había parecido un poco creído y estúpido).

Ese fin de semana quedamos en su casa para hacer el trabajo. Estaba muy nerviosa y no sabía por qué, supuse que sería por el hecho de tener que hacer un trabajo con alguien a quien apenas conocía.

Estando ya en su casa y con el paso de las horas me doy cuenta de que mi opinión sobre él era totalmente errónea, era muy atento, agradable y sobre todo, muy trabajador, conectamos enseguida. A partir de ese momento, cada día que pasaba nos llevábamos mejor y mejor. Por mi parte, sentía algo más que amistad, y un 10 de diciembre de 2017 él me dijo que sentía lo mismo.

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Toda nuestra relación parecía sacada de un cuento de hadas, cada vez que lo veía sentía que el corazón me iba a mil por hora, todo lo que hacía me parecía como un sueño, el tiempo pasaba tan rápido que antes de darme cuenta, llevábamos saliendo 5 meses. Ese mes de mayo fue especialmente importante, porque decidimos que estábamos preparados para tener sexo.

Ese fin de semana, mis padres se iban a Madrid a visitar a mi tía Cristina que acababa de dar a luz a su segundo hijo. Yo me inventé la excusa de que tenía examen ese lunes y que no podía ir con ellos.

Llegó el sábado, y Álvaro vino a mi casa y bueno, decidimos dar el siguiente paso y hacer el amor. Fue una experiencia inolvidable, a raíz de ese momento podría definir mi vida sexual como activa, en las que muchas veces utilizábamos preservativo, pero otras tantas no. Esto nos unió mucho más como pareja, o al menos eso es lo que yo pensaba.

Un mes más tarde, empecé a sentirme fatal, con erupciones en la piel, dolor de garganta y fiebre, por lo que mis padres me llevaron corriendo al hospital, en ese momento pensaba que no iba a vivir otro día para contarlo.

Allí en el hospital, los médicos me hicieron muchísimas pruebas entre las que estaban las de enfermedades de transmisión sexual (ETS), y entonces, solo unas horas más tarde me dijeron que habían detectado anticuerpos para el VIH y que los síntomas que yo había experimentado eran porque se estaba manifestando la enfermedad del Sida. En ese momento los médicos actuaron con rapidez y me dieron la medicación adecuada para poder parar los efectos de la enfermedad. Pasé la noche en observación para procurar que estuviera bien. No pude dormir en toda la noche, me quedé destrozada, no sabía cómo podía haber pasado eso, si nunca había compartido ningún tipo de aguja con nadie y además la única persona con la que yo había mantenido relaciones era también virgen como yo.

Medicamentos antirretrovirales, ¿Sí o no?

Al día siguiente los médicos me informaron mejor de la situación. Hablé con ellos y me dijeron que existía un tratamiento especial con unos medicamentos que me podrían ayudar, ellos las llamaban «medicamentos antirretrovirales«, sólo el hecho de escuchar la palabra «antirretroviral» me aterrorizaba, pero sin dudarlo dije que sí, que quería tomármelas, no sólo por mi salud, sino por aquellos con los que esté en futuras relaciones. Me contaron que el fármaco cuesta entre 600€ y 800€, pero gracias a nuestra Seguridad Social, la medicación es totalmente gratuita.

Medicamentos antrirretrovirales como tratamiento para controlar VIH

Les pregunté si las pastillas iban a afectar de alguna manera a mi vida diaria. Hoy puedo decir que no he tenido ningún tipo de reacción ni nada. Los médicos me informaron que durante las primeras semanas el cuerpo puede tener alguna que otra pequeña reacción, pero en mi caso no ha sido así.

Tras hablar con los médicos, solo me quedaba hablarlo con Álvaro y mis amigos. En ese momento llamé a Álvaro para que viniera a verme. Cuando llegó, lo primero que hice fue decirle que tengo VIH y que no sabía cómo había ocurrido esto. Él se quedó blanco como la leche, se derrumbó y me confesó que llevaba engañándome alrededor de 3 meses, y que la enfermedad me la había transmitido él.

Cuando me lo dijo, me enfadé muchísimo, deseaba no haberle conocido nunca, ¿Cómo podía haber roto mi confianza de esa manera? y encima dejarme marcada para toda la vida. En ese punto dejamos la relación. Sin embargo, algo dentro de mí me dijo que no podía dejar que esto me hundiera de ninguna manera.

Lo siguiente que hice fue invitar a mis amigos a casa y les conté todo lo que había pasado. Ellos ante todo, me apoyaron, siempre habían estado ahí y sabía que después de esto siempre lo iban a estar.

Me preguntaron algo que, en mi opinión, es la pregunta más importante que me han podido hacer sobre este tema:

Cómo ha cambiado mi vida desde que soy portadora del VIH

Respondiendo a la pregunta, y un poco como conclusión de mi testimonio, mi vida ha dado un giro de 180º. Ahora soy mucho más consciente de lo fácil que es contraer una ETS, por lo que soy mucho más cauta con mis acciones. Mi vida diaria sigue siendo la misma, sigo siendo una niña estudiante de 16 años que le gusta salir con sus amigos, leer, escuchar música y simplemente ser feliz. Sin embargo, ahora tengo un propósito, en el futuro quiero encontrar la cura del VIH para que nadie más pase por todo lo que he pasado yo.

Lucía sigue adelante a pesar de ser portadora de VIH.

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